Edith Shain trabajaba en el hospital aquel día. El bullicio en Times Square era ensordecedor. Cientos de miles de neoyorquinos salían a la calle para celebrar el final de la segunda guerra mundial. Oyó el griterío y dejó sobre la mesa el informe del paciente de la segunda planta. Comprobó que todas sus compañeras salían a la gran avenida sin desprenderse del uniforme. En la misma puerta del hospital y casi sin darse cuenta, aquel marinero tan guapo y fornido la tomó como se toman a las bailarinas rusas y la besó. Ella se dejó ir. Dejó que conquistaran sus sueños y él, con sus labios, le dio lo que ella tanto esperaba desde el día de la gran tormenta.
A los 91 años, hoy ha fallecido, el beso más eterno de la historia.
A los 91 años, hoy ha fallecido, el beso más eterno de la historia.
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