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lunes, 24 de enero de 2011

Electrodomésticos y vómitos


Se había levantado con un insufrible dolor de garganta. Llevaba dos días aguantando la tortura del paso de la saliva por su irritada laringe. Ningún medicamento y ningún bálsamo había conseguido mitigar ese dolor que le estaba afilando el sistema nervioso hasta convertirlo en una daga puntiaguda y oxidada.

Desde la noche anterior, su casa se encontraba inmersa en la maldición de la caducidad de los electrodomésticos. La cafetera, el microondas, la lavadora, el aire acondicionado, el ordenador y la televisión habían finiquitado su existencia, no sin antes mostrar su rebeldía con pequeñas explosiones insonoras.

No daba crédito a la casualidad. Se había levantado tarde por culpa del despertador que marcaba una indescifrable mezcla de grafía numérica y alfabética. El agua de la ducha, traicioneramente, pasó del vapor candente al humo glacial y doloroso, causándole un estremecimiento en sus piernas y brazos. Su garganta se resintió hasta provocarle un vómito repugnante y pestilente. Al intentar arreglar el calentador de agua, advirtió el caos total. Todos los electrodomésticos desprendían un hedor imposible de padecer. La mezcla del olor a óxido, pintura oleaginosa, lubricantes y gases, le provocó un aturdimiento que le obligó a apoyar su espalda en la pared manchada de grasa industrial. En sólo unos segundos le estallaron los oídos y le vino la penúltima convulsión. Se acercó las manos a la boca intentando no manchar el suelo con el vómito que le subía de nuevo por el esófago. Cientos de hilos conductores, resistencias, cables y pequeños trozos de estaño, salieron de su garganta e inundaron sus agarrotadas y paralizadas manos. Entre aceite químico, una pequeña placa de cobre dejaba vislumbrar la inscripción de dos fechas. Fue entonces cuando el presente apareció de forma escalofriante dibujado en un perro metálico de presa.

24-01-2001
24-01-2011

4 comentarios:

  1. Mi estimada y desconocida amiga: A mí me ha pasado algo similar. En el pasado mes de octubre el coche me da un disgusto y se le estropea el tubo. 1750 €. la reparación. Dos semanas mas tarde se estropea nuevamente, ahora el alternador. otros 800 € más. El mismo día de reyes, en vez de dolerme la garganta, se me rompen tres muelas, dos reconstruidas ya, y hoy mismo he tenido que extraerme la última, y no veas la que he pasado. Aquí estoy, sin poder comer, sin poder hablar y casi sin poder reírme. Una rachita mala.

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  2. Quiero conocer a quien escribe estas historias.

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  3. Ignacio, espero que no te salgan circuitos electromagnéticos por la boca.

    Adriana... ... un beso de líneas blancas.

    LOURDES, ya hablaremos.

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