Él necesitaba que la luz entrara por la diestra. Los grandes ventanales debían estar impolutos para que ni un solo fotón lumínico encontrara obstáculo. El Sol, enmarcado por aquella ventana, podría acariciar los pómulos de aquella joven holandesa. La luz roja del espectro solar rebotaría en aquellos labios carnosos y húmedos, brindando al de Delft, la más bella de las moradas para los óleos de su paleta.
Tierras, ocres, grises y añiles darían la inmortalidad a aquella joven mujer a la que aún no le habían horadado el lóbulo izquierdo de su oreja. El de Delft, extendió aquel líquido bermellón entre sus dedos para luego pasarlo a sus labios... ... ...En su boca pudo comprobar que la sangre es más dulce que la miel.
La joven de la perla, hermoso cuadro del genial pintor holandés. Sus labios carnosos son un punto de referencia para cualquier crítico de arte, pero para mí la mirada es su punto mas atrayente.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Himilce. Pero esa boca casi abierta y casi cerrada... ... ...
ResponderEliminarque maginifica entrada... nunca dejas de sorprenderme
ResponderEliminarGracia Jo. Nunca dejes de visitarme.
ResponderEliminarYa lo habéis dicho vosotros, la joven de la perla, un lienzo lleno de misterios aún hoy por descubrir.
ResponderEliminares la búsqueda de la perfección: mirada impoluta
ResponderEliminarno es una búsqueda recomendable, pero en lo bueno y en lo malo la belleza subsiste
y qué gran elección hicieron al contratar a una tal scarlett johansson para la peli!
ResponderEliminarToco tu boca... con un dedo toco el borde de tu boca... voy dibujándola como si saliera de mi mano...
ResponderEliminarQuizá Cortázar, quizá Rayuela...
Di que sí, Aina.
ResponderEliminarCamino, Vermeer consiguió muchas veces esa perfección. Él no era mortal
Raúl, raúl, raúl.
Mayte, te gusta el capítulo siete, verdad? Puedes oirlo en uno de los gadget de la derecha con la voz del ilustre argentino.