Seguidores

domingo, 8 de enero de 2012

De alguna manera

Nos miramos. Yo le miro y él, de soslayo, me devuelve la mirada. Es un diálogo donde el iris y las pupilas se enfrentan con el espacio inexistente. Esperaba una compañía más locuaz que este regalo del triunvirato oriental. Viernes es frío y oscuro como su piel. Viernes es esquelético y de articulaciones con sabor a óxido. Viernes no sabe ser lunes, ni martes... ... ...ni siquiera sábado. Quiero empezar a hablarle de Aldebarán y de las Pléyades, quiero hablarle de naranjas y de la piel del otoño, quisiera hablarle de la miel y de mares más altos que profundos. Creo que aún no es el momento, algo me lo hace saber cuando lo veo apoyado con su imposible pie en los troncos apilados.

¿Y si le hablo de tormentas y de bajas presiones? ¿y si le hablo de la estructura molecular del agua? ¿ y si comienzo a hablarle de cirros, de cúmulos y estratos?

Esperaba algo más, la verdad. Sigo en soledad, en silencio... ... ...y de alguna manera, con Viernes.

... ... ..que fría es la cera de un beso de nadie.
Las horas de piedra parecen cansarse
y el tiempo se peina con gesto de amante.


6 comentarios:

  1. Maravilloso texto nos regalas hoy y encima lo acompañas con una canción de letra tan preciosa como ésta. No la conocía, pero me ha transportado a tu isla, allí donde, con la compañía de Viernes, se oye hasta el silencio de la soledad.

    ResponderEliminar
  2. Viernes debería responder;
    Lluvia, lluvia, está lloviendo,
    los pies desnudos, la voz del viento.
    las manos limpias, la sangre ardiendo.

    ResponderEliminar
  3. no hablará pero cuando llegue el momento te protegerá

    ResponderEliminar
  4. No puedo evitar pensar en la canción original, con los arreglos orquestados... oh! así lo memoricé yo de niño, ese tema y muchos más, cuando mi madre ponía obsesiva los discos de Aute una y otra vez.

    ResponderEliminar
  5. cirros, de cúmulos y estratos ... y yo solo siento lluvia en los ojos

    ResponderEliminar
  6. Escucho a Aute casi diariamente... Como la madre de Raúl, llego a ser obsesiva. Tanto que me dicen que de alguna manera tendré que olvidarle...

    ResponderEliminar

Ecos en La Isla