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viernes, 11 de junio de 2010

Matilda

Cada molécula de agua.......gime
Cada resultado del lírico movimiento de tus piernas.....duele
Cada asesinato lujurioso y alevoso...........

Busca Rodolfo, la ecuación que le permita seguir viviendo. Mezcla sudores, saliva, semen, flujos y lluvia. Todo resulta inquietantemente inútil. Sigue muerto y se resiste a no besarla. Daría su muerte por vivir un segundo en sus labios. Del recóndito lugar donde malvive al hogar de Matilda sólo se cuentan cuatro pisos, cuatro círculos divinos, cuatro jinetes que rompen con su tenebroso paso, el celeste vacío de los suspiros.

Cada elección resulta ser más frustrante.
Y Rodolfo sigue blasfemando e inventando disoluciones alquímicas que diluyan su intención de poder resucitar.

Matilda, mi Matilda sin río y sin agua. Que no te has ido, que no te lo has llevado, que yo no pueda respirar. Que muera yo para que viváis vosotros y, os beséis sólo una décima de segundo de los que me resta de este miserable texto.








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