1234

Sin saber el motivo. Así, de pronto. Sin haberla oído en mi vida.

Seguro que a todos os pasado infinidad de veces. Una mañana os levantáis y empezáis a tararear una canción que habéis oído en algún sitio. Es como un martillo golpeando insistentemente vuestra cabeza. Trabajando, paseando por la calle, esperando en la cola para pagar en el Mercadona, asomado a la terraza mirando la gente pasar. Creo que la oí por primera vez en el Canal de Historia, pero no estoy seguro. Lo que tengo muy claro es que no la había oído en mi vida. Ni siquiera sabía de su existencia. Google ha tendio que hacer todo el trabajo para saber algo de ella.

Ahí está ella, haciendo hueco entre mis neuronas para repetir hasta la extenuación el dichoso "1234". No sé si alguna culpa tiene Feist en todo esto, pero te aseguro que llevar casi una semana canturreando esta canción es un suplicio para mí y para toda la gente que me rodea.




Luego vendrán los agoreros, brujitos y seudocientíficos a dar explicaciones estrambóticas de una vida anterior, o de una vida paralela, o de una cuarta dimensión.

Todo es tan incomprensiblemente sencillo que cuesta trabajo entenderlo.